Tan solo una oración VI

Me mira… y me despista su mirada… nunca me ha gustado que me miren fijamente, temo que vean más de lo que quiero; pero su mirada me espanta el doble.

-¿Qué miras?-

-Nada-

-¿En qué piensas?-

-No… en nada..- sospecho sí piensa en algo, porque es imposible no pensar en nada… decido creerle, aunque una parte de mí muere desolada imaginando que piensa en ella. No importa… no debe importarme… de repente me besa la frente y me desatornilla la coraza… me desarma por completo… él tiene un don para que cosas que nunca acepto adquieran otro matiz: esos besos en la frente, los juegos infantiles en la cama, incluso, esos formatos audiovisuales que me sienta a ver… me acomodo en su pecho y me exige que le haga cosquillas… amor, acaríciame como si me quisieras… reclama. Todo contacto con su piel de canela es delicioso… de pronto lo recuerdo: él es mi meteorito, estoy de frente, y acariciando como si quisiera, a la roca espacial que impactará mi atmosfera y lo destruirá todo. ¿Serías tú capaz?… Posiblemente… él nunca me ha ofrecido más certezas que estar aquí ahora… y siempre que se va me deja un tanto aletargada… pero tampoco pensé que llegaría… yo solo quería vivir una película, para llenar la envenenada sensación de estar vacía, y ahora estoy en un cuento… en nuestro cuento, de escritura un tanto desfasada por mi culpa… ahora escribir-nos adquiere otra dimensión y siempre quiero encontrar las palabras exactas, la frase ideal para captar “esto que tenemos” tan tuyo y mío… me mira y siento me hace una radiografía exhaustiva que me deja tambaleando en mi cuerda floja, quiero volver a reclamarle pero sus ojos negros desatan un magnetismo feroz que me hipnotiza… su mirada evoca cada beso y mordida impresa en mi carne haciendo que me estremezca por recordar la última vez, me eriza toda la espalda… por un momento todo encaja: mi rostro y su hombro izquierdo, mi película y su cuento, nuestros cuerpos, ambos desposeídos de pasados… por un instante tenemos una isla desierta, un cuarto en penumbras donde solo somos él y yo, abrazando la desnudez del otro, y el único intruso es el tiempo que se acaba, y somos más que una mujer distante y un hombre juicioso, más que la Alicia perdida y el príncipe de armadura rota, somos más que el sexo, los miedos, las heridas, las miradas… somos un cuento que se escribe sin que nadie sepa… somos un manojo de oraciones con ganas de plasmarse en el pecho del otro.

Tan solo una oración V

Miro su cuerpo semidesnudo y sonrío: no puedo creer que hace tanto más de 24 horas lo tenga en mi cama, escondidos de todos… escondidos suspiro y vuelve la punzada en el estómago y esa sensación de desabrigo que me acoraza los instintos… las mejores cosas han de andar ocultas, intento animarme, pero ya ni siquiera me sosiego, me pregunto si siempre con él estaré dividida entre las ganas de soñar y mis pies en la tierra, espero no sea él un amor con espinas. Me asustan sus restricciones en el arte de querer, me asustan sus peticiones, las que verbaliza y las que quedan escondidas en su mente… y a la vez hay un algo en el color de su piel que me narcotiza, una promesa en sus pocos lunares que me inspiran a explorar y cartografiar su espalda y trazar las coordenadas improbables del mundo alojado en su cuerpo… tal vez algún día me deje pintar su dorso o me permita utilizarlo como pergamino… pero hoy no… Todavía no, tal vez nunca, tal vez sigamos escondidos… y la palabra vuelve a hincarse en mi estómago…

-¿Por qué solo en mi cuarto?- le cuestiono.

-No sé… porque quiero estar solo contigo.

-Puedes estar solo conmigo en otro lugar.

-En otro lugar no puedo besarte cómo te beso allí- y sin otra me quedo sin argumentos para rebatirle, dividida entre el miedo y el anhelo de encontrar muchas otras oraciones en sus labios, de descubrir la historia tallada en su tez…

-Ven- acepto derrotada por su lógica, por sus ganas… y también por las mías de besarle y tenerle donde nadie, ni la luna, ni la noche, ni los gatos (o no todos los gatos) nos espíen… y aquí le tengo, mostrando el mejor plano de su desnudez, haciendo irresistibles estas ansias por dejarme ir con él… yo quiero quedarme detenida en ese punto justo donde se juntan sus lunares… de pronto mi mano se alza y le endosa una caricia imperceptible, una caricia cobarde para no despertarlo… me encanta su piel… temo no se lo he dicho lo suficiente o todavía no es consciente de lo que causa… quizás sea mejor así, ¿por qué… como le cuento los miedos que me sumergen? ¿Cómo le explico lo inefable? Supongo que habrá días de demonios encontrados, pero hoy no, hoy solo quiero llenarme de su olor, respirarlo hasta que me duelan los pulmones, quiero mirarlo cuando duerme mientras no me atreva a tocarlo demasiado, sentirlo a mi lado, escucharlo respirar… reunir la mayor cantidad de detalles que pueda con el tiempo que me resta y bajo la débil luz que brinda su móvil… ahora mientras duerme inofensivo refugiado de todo lo que pienso quiero apartar mis miedos y solo verle… solo sentirle… ya temeré cuando la cama, vacía de él, aun guarde su forma… ahora no… ahora quiero acariciarle aunque sea asustada para no despertarle… e imaginar que lleno su espalda de oraciones que guardo, escondidas, en mí…

Tan solo una oración IV

abrazados bn (1)Me sumerjo en la hipotenusa de sus sueños … en la esmeralda de sus ojos y en su resplandor de luna llena. Me sumerjo en la locura que me cubre en esta noche sin estrellas, justo aquí en este refugio … en este búnker … protegidos por estas cuatro paredes … protegidos del mundo que nos rodea … protegidos de la luna, de él y de la otra ella … pero aun así indefensos uno frente al otro.

La miro con curiosidad y me pregunto ¿Serás? reposo mi mirada nuevamente en esos ojos verdes, se están volviendo adictivos para mis sentidos, no pueden evitar buscar escondite en ellos. Abro mi mochila y saco el Havana Club y el refresco de cola.

– ¿Qué te parece unos Cuba libres? – no tiene que responder su mirada lo dice todo – No encontré Vodka, ya todo está cerrado. ¿Aceptas?

– No me gusta – me dice tiernamente – toma tú.

– No seas así, comparte conmigo, vamos solo un poco, por mí.

Me mira tiernamente “que linda” pienso para mí “que linda

– Esta bien, pero solo un poco

Y de trago en trago forjamos nuestra noche, noche de juegos y de preguntas incomodas … noche de besos furtivos formando una oración en nuestros labios, formulando respuestas a nuestras preguntas, formulando caricias, abrazos, miradas, sentimientos …

Ya no están las luces y poco a poco voy explorando su desnudez con mis sueños … con mis manos … con mis labios … y le permito a ella hacer lo mismo, la dejo jugar con mis labios, la dejo explorar mi alma y poco a poco, cada vez un paso más … me sumerjo en ella …

Tan solo una oración III

Han pasado algunos días desde la última vez que la vi … y hoy me he levantado con unas ganas insoportables de volver a verla. Lo pienso, me encuentro agarrando el teléfono y sin mas la llamo … le propongo una idea … mi idea y sorprendentemente ella acepta. Tiempo después me encuentro tan lejos de lo que tenía planeado, ya han pasado algunas horas desde que quede con ella pero al parecer el destino conspira para evitar este encuentro … conspira para evitar que sienta el calor de sus labios … el roce de su cuerpo.

Ya son pasadas las 12 de la noche. Me dirijo en un carro hacia mi casa y no puedo evitar pensar en nuestro último encuentro … en aquel momento donde me lance en busca de su isla desierta … pero no llegue … volví a naufragar justo en la orilla … en un último instante vi como apartaba su rostro de mis ansias desesperadas y no entendí nada … ¿Qué pasó? La miro, no encuentro respuesta ¿o sí?, me abraza, aún sigo sin entender, me siento incomodo … me aparto y la miro … ya no intenta apartar mi mirada … la siento nerviosa.

– Te dije que prefería los abrazos a los besos – dice ella

Miro hacia el cielo … la noche me confiesa que se hace tarde – Ya tengo que irme – le digo y ella acepta, en ese momento pensaba y pensaba sobre mi pobre oración, que había quedado solamente en eso, en una oración perdida en mis labios. No es justo, me digo a mí mismo, ¿qué pasó por mi cabeza?, entiendo sus razones … yo tengo mis propias razones para no hacerlo … pero sin embargo quiero hacerlo … quiero deletrearle cada parte de mi oración en sus labios … quiero …

– Eres mala – le digo – rechazaste mi oración – simplemente sonríe, me toma de la mano y me atrae hacia ella y entonces besa mis labios.

La miro detenidamente … sigo sin entender

– No quiero que pienses que no quiero – me dice ella con voz suave – Solo te estoy cuidando.

– ¿Segura que a mí? – le digo de frente

– También a mí … nos estoy cuidando.

El carro se detiene y me devuelve a la realidad, he llegado a mi casa y todo indica que no la voy a poder ver … ya es muy tarde … son mas de la una de la madrugada. Tomo mi teléfono y me detengo en su contacto … no lo puedo evitar … mis manos cobran vida y empiezan a escribir … solo escriben … llenan el espacio sobrante con palabras … solo les importa una idea y la plasman en su primera oportunidad: “Ya estoy llegando, ¿mantienes la invitación?” y lo envió, no lo pienso, sino lo borraría, ahora solo espero que tenga tantas ganas como yo a soñar y que me invite a su isla desierta … espero impaciente … me distraigo por un momento y … suena el móvil … es ella … “ sip ” un sencillo sí como respuesta … es todo lo que necesitaba.

Preparo mis cosas y sonrío … hoy me le escapé al sol … la luna es la única testigo y solo podrá observarme mientras voy hacia ella … después no podrá vigilarnos … estaremos protegidos por las paredes de su alcoba … solos y con un poco de vodka … ¿Dónde encuentro vodka a estas horas? No importa ya buscaré. El camino se me hace solitario pero la luna sigue ahí, expectante, curiosa … La Habana está dormida … tranquila … llego a G y observo la otra cara de mi Habana … la juventud hace de las suyas … sentados en los bancos que recorren el parque … sentados en el piso … en la hierba fresca … lo único que necesitan es ganas y ¿por qué no? también un poco de alcohol, eso me recuerda el vodka … lo busco … pero no hay … vuelvo a sonreír y miro hacia el cielo – ¿Esto será cosa tuya o del destino? – vuelvo a reír – No importa hay Habana Club y refresco de cola … espero que tengas ganas de unos cuantos “Cuba Libre”.

Ya casi estoy llegando, llevo alrededor de una hora de viaje, cada vez me pregunto mas que estoy haciendo … que hago aquí guiado por este camino de misterios y preguntas sin respuestas … e incluso de respuestas que aún no han diseñado su pregunta. Pienso en ella, en él y en la otra ella … y me siento intruso … intruso en un sueño que no me corresponde o quizás sí … ¿Quién sabe? ¿Cómo adorno las injusticias de este mundo con un beso … con tan solo una oración? No luna … no tú … tú eres mala consejera, esta vez ni observar te dejo … disfruta el tiempo que te queda … ya estoy al doblar de su casa o al menos donde supongo que es … le doy una perdida al móvil … pero no espero a que venga a buscarme … sigo caminando … sin saber hacia dónde me dirijo … solo camino hacia el frente y la veo … ahí esta ella … quizás esta noche sea la indicada … quizás esta vez mi oración encuentre sentido en los sin sentidos de esta vida … quizás esta vez alcance destino … por ahora ella solo me guía y yo pensativo la sigo.

Tan solo una oración II

Entre los minutos que deja sin mirarme, yo soy quien lo miro… miro al chico delante de mí y veo tantas cosas que él ni siquiera imagina: veo a un niño que florece en su piel; vislumbro a veces a un hombre a ratos tentador, a ratos intimidante; observo su piel, su pelo negro que si me dejara me pasara horas revolviéndolo; diviso parte de su mundo… un mundo tan ajeno al mío, entonces regresa la punzante certeza de que ambos somos de planetas muy distintos, y vuelvo a sentir que este chico está a miles de millas de mí, aunque esté sentado justo a mi lado. Recaigo en la realidad e intento distraerme de él, miro la luna que se cuela entre unas ramas, no puedo evitar el golpe de seguridad que me brinda: yo sé que, aunque esa no sea nuestra luna predilecta, mi gato está ahí y por ello yo soy más yo en las noches. Sin embargo, me quedo contenida en el silencio que nos conjuga, pensando ambos (creo yo) en nuestros mundos diametralmente opuestos y las distancia que eso acarrea. No obstante, ahora percibo, albergada en sus labios, una sonrisa que borra los imaginarios metros por un segundo.

-¿De que te ríes?- no me responde, solo niega con su cabeza y continua sonriendo -dale dime, no seas malo.

-No te puedo decir, no es justo- Lo vuelvo a mirar, ¿de dónde habrá salido este chico que alega sobre justicias? Hace tiempo que lo pienso, sin decirle, que me parece extraño nuestro cruce de trenes en este andén… me aterra pensar que puede estar milimétricamente calculado por terceros, me divierte pensar que solo fuimos un golpe de suerte digital, me encanta pensar que somos piezas conectadas de un rompecabezas cósmico… pero sé que este mix de sensaciones múltiples funciona como escudo y muralla ante él. Pero ahora me ha picado la curiosidad su risa y su justicia, y como el peor de mis defectos no debo permitir que nada se interponga entre yo y su mente… utilizo mi mejor voz de la pequeña … :

-¿Por qué eres malo? Dale dime, recuerda que la curiosidad mató al gato- entiende la indirecta…

-Estaba pensando en algo y me dio por sonreír.

-¿En qué?- insisto, quiero saber el motivo de su sonrisa, no quiero quedarme con las dudas -dale dime, no voy a poder dormir hoy por tu culpa.

-Si te lo digo creo que no podrás dormir de todas formas. Es solo un pensamiento… una oración…- ¿una oración? Sospecho… mas cabe tanto misterio en una sola oración. Por dentro algo me dice que no pregunte, que tal vez no quiera saber la respuesta, y a la vez me muero por saberla, toda la oración, su estructura gramatical, sus verbos, el sujeto, el predicado… empiezo a cavilar entre tantas opciones, pero siempre llego a la misma… “¿será? No, no debe ser, no siento el feeling entre nosotros… quizás sí… ha sido distante, pero me ha torturado con preguntas incómodas, en todos los casos será mejor no saberlo… pero quiero saberlo, necesito saberlo, todas mis neuronas arden por saberlo…”, yo fui gato en mis nueve vidas anteriores a esta. Entre mi caos, descubro que me mira… una mirada que me encanta y me espanta a partes iguales, o no, me espanta un poco más.

-No me mires- delicadamente aparto su rostro con mi mano, definiéndole a su vista un nuevo objetivo. Él acepta bajo protesta, una protesta más baja que la anterior, sigue sonriendo, y no sabe cuánto me quema la curiosidad… y a la vez, cuánto me queman mis instintos protectores, guiados por una de sus primeras frases No es justo… yo también tengo mis justicias, y pienso que su oración (si en verdad es esa su oración) solo revolvería más la anarquía de sentimientos que tengo adentro, que sería injusto conmigo, con él… y con ella y con el otro él… y vuelvo a pensar en mi teoría “sujeto de rebote” y nuevamente me golpea la realidad en la mejilla con su lema predilecto… debo por una vez hacer caso a mis instintos protectores, a la voz pertinente que me grita No preguntes más, no quieres saber… pero sí quiero saber, incluso, tal vez quiera más que saber, tal vez quiera sentir, quiera palpar, quiera morder… o no… quizás esa no sea su oración… pero debo saber.

-Dale, dime- insisto. Él vuelve a mirarme, vacila un instante, pero en una fracción de segundo se decide y se abalanza hacia mi rostro… comprendo su intención, no estaba equivocada, pero aun me sorprendo porque no lo esperaba, no hoy, no esa noche… un segundo me alcanza para pensar en todo… en mi incertidumbre de cómo nos conocimos, en la isla desierta donde quiero naufragar, en mi interior demasiado roto, en las ganas que tengo de besarle, en el miedo que tengo de besarle, en la injusticia, en su mundo demasiado distante, y pienso en él… y pienso en ella, y me siento intrusa… y me duele el sentimiento de la misma manera que me duelen las ganas, me decido… me aparto… y me duele apartarme.

Tan solo una oración

– De que te ríes – dice ella – dale dime, no seas malo

Él simplemente sonríe, no le quiere decir la razón de su sonrisa, si tan solo ella supiese lo que pasa por su cabeza en ese momento. Se concentra en mirar a su alrededor, ya ha caído la noche, llevan rato sentados ahí, en ese lugar … los despidió el sol y ahora los estudia la luna, los vigila entre los arboles … una luna hermosa, brillante, tratando de reflejar la luz del sol hasta su límite, tratando de iluminarlos a ellos… de recordarles que si están justo ahí, frente a frente, es por ella.

– No te puedo decir, no es justo

– ¿Por qué eres malo? Dale dime, recuerda que la curiosidad mato al gato.

Ambos sonríen, hay tanto paralelismo en esa frase. Él se queda pensativo, el motivo de su sonrisa lo resume una sola oración.

– Estaba pensando en algo y me dio por sonreír

– ¿En qué? – Ella lo mira, quiere saber el motivo de la sonrisa, no quiere quedarse con las dudas – Dale dime, no voy a poder dormir hoy por tu culpa.

– Si te lo digo creo que no podrás dormir de todas formas. Es solo un pensamiento … una oración … – Desde hacía varios minutos llevaba dándole vueltas a esa oración … a ese pensamiento … algo tan corto pero que guardaba tantos misterios, algo que solo crearía infinidad de preguntas y ninguna respuesta. La mira, mira detenidamente esos ojos verdes e inevitablemente termina mirando sus labios y salta de nuevo el pensamiento a su cabeza.

– No me mires – dice ella tiernamente mientras intenta apartar con un gesto su mirada. Lo mira y se sonríe – Dale dime – él la escucha y su tono de voz le encanta, le gusta tanto escucharla hablar, le parece tan tierna su voz.

Él sigue sumido en sus pensamientos, la oración de repente se transforma en un párrafo, en un cuento para después volver a su estado original de una sola línea. Le viene a la mente algo que hablaron antes, la respuesta de ella a su pregunta incomoda.

“- ¿Cómo te gustan los besos?

– ¿Los besos? Depende del momento, pero me gustan que sean inesperados”

Ahora no puede sacarse esas palabras de la cabeza, no puede decirle su oración porque entonces sonaría a permiso y quiere complacerla, quiere hacerlo inesperado. La mira de nuevo y se dice para sí la oración de su sonrisa: “Tengo ganas de besar tus labios” y por una vez no lo piensa tanto y se deja llevar por el impulso, se abalanza hacia sus labios, como un náufrago a una isla en el horizonte … ella comprende su intención, comprende al fin cuál es su pensamiento … sus rostros se acercan … y entonces … tan solo una oración …