Tan solo una oración

– De que te ríes – dice ella – dale dime, no seas malo

Él simplemente sonríe, no le quiere decir la razón de su sonrisa, si tan solo ella supiese lo que pasa por su cabeza en ese momento. Se concentra en mirar a su alrededor, ya ha caído la noche, llevan rato sentados ahí, en ese lugar … los despidió el sol y ahora los estudia la luna, los vigila entre los arboles … una luna hermosa, brillante, tratando de reflejar la luz del sol hasta su límite, tratando de iluminarlos a ellos… de recordarles que si están justo ahí, frente a frente, es por ella.

– No te puedo decir, no es justo

– ¿Por qué eres malo? Dale dime, recuerda que la curiosidad mato al gato.

Ambos sonríen, hay tanto paralelismo en esa frase. Él se queda pensativo, el motivo de su sonrisa lo resume una sola oración.

– Estaba pensando en algo y me dio por sonreír

– ¿En qué? – Ella lo mira, quiere saber el motivo de la sonrisa, no quiere quedarse con las dudas – Dale dime, no voy a poder dormir hoy por tu culpa.

– Si te lo digo creo que no podrás dormir de todas formas. Es solo un pensamiento … una oración … – Desde hacía varios minutos llevaba dándole vueltas a esa oración … a ese pensamiento … algo tan corto pero que guardaba tantos misterios, algo que solo crearía infinidad de preguntas y ninguna respuesta. La mira, mira detenidamente esos ojos verdes e inevitablemente termina mirando sus labios y salta de nuevo el pensamiento a su cabeza.

– No me mires – dice ella tiernamente mientras intenta apartar con un gesto su mirada. Lo mira y se sonríe – Dale dime – él la escucha y su tono de voz le encanta, le gusta tanto escucharla hablar, le parece tan tierna su voz.

Él sigue sumido en sus pensamientos, la oración de repente se transforma en un párrafo, en un cuento para después volver a su estado original de una sola línea. Le viene a la mente algo que hablaron antes, la respuesta de ella a su pregunta incomoda.

“- ¿Cómo te gustan los besos?

– ¿Los besos? Depende del momento, pero me gustan que sean inesperados”

Ahora no puede sacarse esas palabras de la cabeza, no puede decirle su oración porque entonces sonaría a permiso y quiere complacerla, quiere hacerlo inesperado. La mira de nuevo y se dice para sí la oración de su sonrisa: “Tengo ganas de besar tus labios” y por una vez no lo piensa tanto y se deja llevar por el impulso, se abalanza hacia sus labios, como un náufrago a una isla en el horizonte … ella comprende su intención, comprende al fin cuál es su pensamiento … sus rostros se acercan … y entonces … tan solo una oración …

Un comentario en “Tan solo una oración”

  1. Quizás el pensamiento de tu oración valía más en otro momento, quizás ella tenía la misma oración en mente, quizás ella todavía tiene curiosidad, quizás te esté cuidando, quizás solo se está cuidando… en todo casos, hay muchos quizás…

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